Robert Prevost, ciudadano peruano y estadounidense, dedicó décadas a la misión en el norte del Perú y ahora lidera la Iglesia Católica desde el Vaticano.
Robert Francis Prevost, quien ha sido elegido como nuevo Sumo Pontífice y adoptó el nombre de León XIV, no solo representa un nuevo liderazgo en la Iglesia Católica, sino también una profunda conexión con América Latina y, en especial, con el Perú.
Su elección del nombre papal rinde homenaje al coraje y la firmeza de San León Magno, uno de los papas más influyentes de la historia, reconocido por defender la unidad de la Iglesia y resistir amenazas externas con sabiduría y determinación. “El nombre León evoca fuerza, claridad doctrinal y servicio pastoral firme. Es una señal clara del camino que quiere trazar este nuevo pontificado”, señalaron fuentes cercanas al Vaticano tras la designación del nuevo papa.
“¡El papa es chiclayano de corazón!”
Aunque nacido en Chicago en 1955, León XIV es también ciudadano peruano, título que obtuvo en 2015 tras décadas de trabajo misionero en el país. Su historia con Perú comenzó en los años 80, cuando fue enviado como misionero agustino a Chulucanas, Piura. Con el tiempo se convirtió en una figura cercana a las comunidades del norte y fue nombrado obispo de Chiclayo, donde ejerció hasta 2023.

“Solo puedo dar gracias a Dios por haberme permitido trabajar aquí”, dijo conmovido cuando fue condecorado por el Estado peruano. Su dedicación pastoral, el trabajo comunitario en zonas rurales y su rol en la formación espiritual dejaron una huella profunda. En 2024, ya como cardenal, regresó a Chulucanas para una misión pastoral, reafirmando su vínculo con la región.
Prevost fue uno de los dos ciudadanos peruanos que votaron en el cónclave de mayo de 2025. Tras su elección, tanto el Registro nacional de Identificación y Estado Civil de Perú (Reniec) como Migraciones confirmaron públicamente su nacionalidad peruana. “¡El papa es chiclayano de corazón!”, celebró Reniec en redes sociales.

León XIV asume el pontificado con una mirada global y un fuerte arraigo latinoamericano. Su nombre refleja una visión de firmeza doctrinal, mientras que su historia personal encarna el espíritu misionero que caracteriza a muchas vocaciones en la región. Perú celebra hoy no solo al nuevo papa, sino a un hijo adoptivo que ha llevado su fe desde las parroquias del norte hasta lo más alto del Vaticano.