La universidad más antigua de Estados Unidos ya no podrá matricular alumnos extranjeros tras una decisión del Gobierno que pone en riesgo a miles de estudiantes.
La Universidad de Harvard enfrenta una de las medidas más drásticas en su historia reciente: el Gobierno de Donald Trump revocó su permiso para inscribir estudiantes internacionales. La decisión, anunciada por el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), implica que los alumnos extranjeros en el campus deberán transferirse o perder su estatus legal.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, justificó la medida citando la negativa de Harvard a entregar registros de conducta de estudiantes extranjeros involucrados en protestas. “Matricular a estudiantes extranjeros es un privilegio, no un derecho”, sostuvo la portavoz presidencial Abigail Jackson, acusando a la universidad de promover un “ambiente hostil al estudiante judío y pro-Hamas”.
La reacción en Cambridge fue inmediata. “Esta acción de represalia amenaza con perjudicar gravemente a nuestra comunidad”, afirmó el portavoz de la universidad, Jason Newton. Harvard calificó la revocación como “ilegal” y aseguró que sus casi 7.000 estudiantes internacionales —el 27% de su matrícula— enriquecen la vida académica del país.
Mientras tanto, el impacto humano ya se siente. Jared, un estudiante aceptado desde Nueva Zelanda, dijo sentirse “abrumado”, mientras que Karl Molden, un alumno austriaco, teme no poder regresar al campus. “Somos una pelota en esta lucha entre democracia y autoritarismo”, declaró.
La decisión forma parte de una serie de represalias del Ejecutivo de Trump hacia instituciones que considera opositoras. Harvard enfrenta además la congelación de más de 2.000 millones de dólares en fondos federales y una posible pérdida de su estatus fiscal. La comunidad académica teme un efecto dominó en otras universidades del país.
